viernes, 2 de julio de 2010

Ô insensato destino

Ayer perdió Brasil. Y yo estoy triste, claro.

Igual no quería escribir sobre la pena que me invade, sino sobre otras cosas sobre las que venía pensando desde que comenzó este mundial.

Si yo hubiese sido hombre y no hubiese miope, hubiese intentando con todas mis fuerzas ser futbolista profesional. O algo parecido, pero que provoque muchas pasiones. Claro que sin ser futbolista ya las provoco (jajajaja!), pero digamos que las pasiones futbolísticas son masivas. Yo no puedo tomar los deportes competitivos como actividades divertidas y menos placenteras. Cuando yo juego algo, que no sea con pelota, (la miopía que me aqueja me impide distinguir a que distancia se encuentran los objetos en movimiento), por ejemplo póker, ludo, ajedrez, futbolín o lo que sea, me vuelvo un ángel del infierno con sed de victoria que no entiende de nada. Me transformo en un ser irracional y si voy perdiendo soy capaz de quebrar el barraco y agarrar a trompadas a los rivales. Me arriesgo a ser llamada de loca. Hago caer el árbol y lo hago leña. Me vuelvo un Felipe Mello.

También pensaba el otro día en cómo puede ser que todo en la vida suceda tan rápido. Alguna vez en este blog escribí sobre la película Le Scapandre et le papillon, en la que todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Lo extiendo al mundial: un jugador de pronto se ve convocado a la selección de su país y está jugando un mundial y sueña. Y así como de pronto llegó, se puede ir sólo después de tres partidos, o porque se lesionó como Elano, o porque cometió un error como el de Robert Green. Y sus sueños acaban.

Y así como se puede meter un gol con la mano y ganar una final, o como hicieron los franceses para clasificar a Sudáfrica 2010, o como hizo Luis Fabiano en la primera ronda de este mundial tan fatídico, también se puede sacar un "gol seguro" con la mano, como hizo Suárez ayer y pasar a semifinal. Se puede pasar también de héroe a villano, como le pasó ayer a Felipe Mello. Y a Suárez le pasó algo similar a lo que le pasó a Mello, solo que de villano pasó a héroe con la ayudita de Gyan. Y Gyan pasó a villano, simplemente y no quisiera estar en su pellejo.



Sin Brasil en el mundial, el mundial no es más lo mismo para mi. Y ayer cuando vi el panorama tan distinto, uno puede reconocer que lo lindo es disfrutar de los éxitos propios y no de las derrotas de los otros. Igual me queda suficiente claridad para darme cuenta que mis argumentos son absolutamente ontológicos y no combinan con la naturaleza del ser humano, vil por defecto.

Este samba me acompaña en los momentos en que me siento completamente desdichada :P



...destino, porque fazes assim? tenha pena de mim, veja bem nao mereço sofrir...

Lo comparto con todos los que sufrieron y sufrirán en adelante al insensato destino.

Espero al 2014, una vez más.

Até lá, no Rio de Janeiro ;)

1 comentario:

Alicia's Own dijo...

Interesante lo que escribiste, aprendí un par de cositas de este mundial ;)

Yo soy anti juego total, no es que no me gusta que la gente juegue, YO no juego a nada, me aburro enseguida!!

Pero me engancho con algunos partidos si mi marido está mirando, eso sí, con la boca cerrada!

Mis comentarios lo sacan!!!