miércoles, 25 de mayo de 2011

No hay amor sin espinas

Hace cuatro años estaba aterrizando en Alemania. Hace cuatro años me gritaron en el aeropuerto de Hannover por primera vez (porque después vendrían otras muchas veces) cuando no entendía como sacar los carritos para el equipaje. El policía alemán enorme, gordito, con aretito y muchos tatuajes asustadores me quería hacer comprender que con un euro podía retirar el maldito carro:

- WIS GUAN YURGHHHO!!!

Y yo por la puta madre ¿que me quiere decir este huevón con WIS GUAN YURGHHHO?

El problema era obviamente la th y r alemanas intentadas en inglés. Mi cerebro no traducía al español schlecht ausgesprochene englische Sätze.

El quería decirme with one euro. Pero al cojudo le salía WIS GUAN YURGHHHOOOO con amplitudes de sonido cada vez más y más elevadas, lo que me condujo a tomar la decisión casi inmediata (digamos unos 3 segundos después) de desistir de usar los carritos. Al final solo tenía una mochila de 20 kilos. 

Anda a ver lo que tengo ahora.

Eso se repetiría muchas veces después con sing en lugar de thing o somsing en lugar de something o nosing en vez de nothing o bersdei en vez de birthday.

Hoy, después de cuatro años tengo siete cactus de más o menos dos años y medio de edad, suficientemente creciditos. Uno floreció ayer por primera vez (uno de los capullos se abrió aparentemente por la mañana) después de haber invocado durante los dos años y medio a los orixás para mandarnos todo su axé lleno de poder floral.

A los cactus los miro casi casi todos los días, intento reconocer si tienen una espina más (?), un lóbulo más, un color diferente, cualquier señal de crecimiento. Uno es un pilosocereus azureus, dos son mammillarias de un tipo que no se decir, una es una opuntia monacantha monstruosa, otro una opuntia cristata, uno es un aloe juvena y el último es una crassula de un tipo que tampoco se identificar, pero creo que a las crassulas se le considera suculentas. Para mi son cactus todos.

En medio de la alegría por la floración de la mammillaria, y viendo que a la opuntia monacantha le están creciendo dos “ramitas” extrañas color verde claro o quien sabe sin son los capullos de los que pareciera van a salir las flores más exóticas de toda la galaxia conocida, Turistão me dijo desde el sofá, sin importarse un carajo de mis cactus (ni de toda mi otra flora casera bzw. minha mata atlántica) que me iba a dar de presente un libro sobre cactus.

Yo le dije:

- ¿sabías que la opuntia tiene su origen en Brasil? ¿Justo en Rio Grande do Sul?

- ¿en serio? -dijo- ¿y cómo han llegado hasta acá?

- pues en avión...

Ahí es cuando me di cuenta de lo importante que es en mi vida saber que los cactus SI tienen semillas.

- el pilosocereus azul también es brasileño -continué- del resto no estoy segura.

- yo también soy brasileño -me dijo, sin mirarme ni a mi ni a mis cactus

- seeeee...

- y también soy un cacto, negra

- ¿ah si?

- si mira, acá tengo mis espinhos -y se tocó la cabeza.

Me morí de amor.

Alemania sigue siendo la misma.

Pero yo ya no.

martes, 10 de mayo de 2011

Sufrir de ambición

-escrito el 15 de marzo del 2011-


Paso a catarsear.


Tengo vida nueva vida como Erwerbstätige. Contra todo pronóstico, estoy muy muy muy feliz. Estoy en la cima de la campana de Gauss y ahí me quiero quedar.


¿Ya dije que me pasan cosas raras? Miles de veces. No exagero: me hablan los viejos (al respecto puedo decir que Turistão cada vez que ve eine alte Dame dice que es mi mejor amiga), me quieren los niños (este es un punto a mi favor), me saludan los policías (esto supera cualquier compresión), me toca vivir con pipilépticos, misóginos o con Arbeitslosen. He nacido con el aura fallada y atraigo todas esas cosas hacia mi de forma ineludible. No hay precaución que tome que llegue a ser suficiente o eficaz. Destino que le llaman, patrón.


Yo quería vivir en Berlín.


.y

ahora

vivo

en

BERLÍN.


(aquí vendrían un montón de escarchitas, adornitos, un muñequito bailando)


¿Hay mejor cosa que eso?


Posiblemente haya.


Berlín es una ciudad muy loca, muy alternativa o mejor dicho con más lugares alternativos, y reventado de inmigrantes. Por eso el estilo alemán no se nota, es muy difuso, la ciudad es más sucia, los buses impuntuales, los trenes viejos, la gente es más pobre, más umweltbewusst dicen ellos mismos. Ya me había acostumbrado con Hamburgo, con la modernidad, las calles y los trenes limpios, los buses sin pintarrajear, un laguito cerca y con cisnes, un canal con botes desde mi balcón, chimarrão na sacada, velejar no Alster en verano (esto ya me estaba rompiendo un poco las que no tengo, porque levantarme los fines de semana temprano para ir a subirme a un bote y luchar con el viento me iba poniendo un poco de mal humor), mercadito biológico a la vuelta, Dat Backhus todos los domingos y New York Dinner con papas fritas con mayo cuando no había ganas de cocinar. Me aburguesé, yo, Mariam. Claro que recuerdo mi indiedad cuando el corazón se me pone chiquito al pasar por las vitrinas de Jungfernstieg y veo las chaquetas de 1000 euros o aretes de ámbar de 5000 euros.


¿Se necesita tanto encima de uno para alcanzar la paz interior?


Posiblemente se necesite.


Me siento mal cuando veo mujeres y hombres arreglados para sacar a pasear un perro chic. Mis comentarios no van contra la libertad personal de hacer con el exterior de uno lo que a uno le de la maldita gana, es sólo que cuando veo el consumo exagerado y futil, me siento muy muy muy mal. No puedo comprender, ahí es cuando tengo ganas de agarrar a todos los ricos, expropiarlos y usar la plata en algo necesario. Me dijo una vez una empleada nuestra mientras planchaba cuando yo le hablaba sobre los zapatos de He-Man que quería a toda costa (y que eran para niños):


- “qué cosa tan exterior niña! Felizmente yo no sufro de ambición.”


“Yo

no

sufro

de

ambición“


Me quedó grabado para siempre.


Es que uno se va olvidando que comía raspadilla de hielo industrial en saco de arroz con aserrín abajo de algarrobo y que iba a comprar gaseosa sin zapatos en pleno verano a las tres de la tarde y se quemaba las patas en las veredas calientes del barrio y que tuvo las rodillas raspadas hasta los 12 años. Lo recuerdo cuando miro las vitrinas de Jungfernstieg y me siento remal. Me convertí en un ser más producido (aquí hay que relativizar la producción a otros niveles que no tengo condiciones de definir), me hice nuevas cejas en Brasil (el día que me las hicieron me ardía hasta el cuero cabelludo, al día siguiente amaba profundamente al estilista y hoy día deseo su muerte en la horca) y ya no me acuerdo de mis épocas de bataclana.


Bueno, pero lo que quería contar era sobre mi nuevo y dulce y vorübergehender hogar.


Algo que me domina a mi es pensar (lo que hay que pensar), bajo mis patrones, lógico. Entonces para actuar como un ser inteligente, me conseguí solamente un cuarto en Berlín en una especie de WG mientras durase el período de prueba, que no es solo para el Arbeitgeber sino fundamentalmente para mi, para darme cuenta que es eso lo que sí quiero hacer por los próximos dos o tres años hasta que esté en condiciones de imponer un nuevo orden en Sudamérica y así matar dos pájaros de un tiro y no tirar la plata pagando dos departamentos, como fue la sugerencia de Turistão, sino gastarla en otras cosas, por ejemplo en un Webstuhl. Al final la plata es polvo. Pero de plata se vive, desgraciadamente, y hay que salir a ganársela.


"Ganarse

la

vida"


Algunos no sufren la dificultad de ganarse la vida.


Pero tampoco disfrutan el sentimiento del sobreviviente: placer puro.


Cuando estaba buscando el cuarto en Berlín visité a cuatro personas: un gay Geschäftsführer que trabaja con cines, una Arbeitslose fumadora, una organizadora de exposiciones en museo y una mujer que dijo trabajar con películas para niños. Puro artista meu Deus do céu.


El Geschäftsführer de cines (¿da plata eso?) me cayó rebien, tomamos té, hablamos de la vida y de los milagros, de su novio, de su infancia, de Berlín. La vivienda estaba bonita pero mucho minimalismo y modernidad para mi estilo sudamericano casa-llena-de-Kram. Lo que no me gustó fue la cama y el gato Paulito (alias Paulie) que vive ahí. Me llevo mal con los pelos de gato, no con los gatos en si mismos, así que tuve que inventarme una excusa y decirle que ich habe mich für eine andere Lösung entschieden y viel Glück y leb wohl.


Siguiente.


La Arbeitslose-fumadora-ex-bailarina-de-ballet (¿da plata eso?) era suiza o al menos eso me dijo, había sido casada con brasileño y de él le había quedado el corazón partío, el apellido y el primer hijo. Después se casó con un alemán que le dejó otro hijo y probablemente otras cosas, y ahora compartía su vida con un africano de un país que ya me olvidé, pero si uno le veía la pelucaza llena de dreds que se manejaba pensaba que era Bob Marley pero bien morado, a lo berenjena. Se autoproclamaron de multi-kultis.


Genial!


pero no me vengo a integrar al grupete, pensé. Los dos fumaban como locos -”pero sólo en la cocina”-, me dijo la mujer muy seria, “en el resto de la casa, no”. Si, Juana. En el día de la visita fumaron como desequilibrados delante de mi que soy la activista number one del antitabaquismo -no así del porro- y me dejaron asfixiándome lo que duró la entrevista. La casa era vieja, el barrio feo. Primero comenzó ofreciendo el cuarto por 350 mangos, luego lo bajó a 320, después dijo a 300 cuando fuera primavera y la calefacción estuviese apagada (!!!). Me dijo que ella lavaba la ropa de todos junta para ahorrar agua (!!!). No hay nada peor que vivir con gente estresada por las cuentas que no puede pagar y que se consigue un inquilino para amainar sus carencias. Entonces salí huyendo de ahí. Ni siquiera me tomé el trabajo de decir que no, porque la desesperación de la mujer era tanta, que ella misma me llamó para preguntar cómo me había decidido.


Siguiente.


Me tocó la visita con la mujer de 40, organizadora de exposiciones en museos (¿da plata eso?). El problema fue que odié todo su hermoso ser a primera vista y entendí como siendo tan bonita estaba sola como el Chavo cuando todos se fueron a Acapulco.


Siguiente.


Finalmente visité la última mujer de 45 años. Me dijo que trabajaba con películas para niños (¿da plata eso?) y que su hijo en edad escolar estaba haciendo un intercambio en tierras australianas. La casa era bonita, limpia, un poco pequeña, el cuarto tenía un piano, una hamaca y una palmera, casi casi una playa en el Atlántico. Iba a poder decir “ich wohne unter Palmen”. Como la ubicación era ideal porque no quedaba lejos del trabajo y así podría dormir hasta las 7 todos los días paré ahí: Kreuzberg, un lugar alternativo. Me decidí por ese lugar primero porque parecía todo normal y porque no tenía más ganas de seguir buscando.


Lo que me parecía bastante raro era poner en alquiler el cuarto del hijo de uno, yo no lo haría nunca, pero como los alemanes se comportan un poco distinto con el ahorro y se relacionan de una manera diferente con el dinero, no lo seguí cuestionando.


Al final resultó que esta mujer también era Arbeitslose, pero lo concluí mucho después. Con lo que se confirma que si de cuatro desconocidos elegidos completamente al azar, dos son Arbeitslose entonces la tasa de gente desempleada en Berlín es definitivamente alta. El tema es que en la entrevista te preguntan de todo, para tasarte, y uno le cuenta a la persona que considera un ser con éxito normal en la vida su verdad que podría llegar a ser interpretada de la siguiente manera: “ah, soy sudaca, he estudiado esto, luego aquello, trabajé aquí, luego allá, luego tuve ganas de irme a Europa y postulé a una beca, me la dieron, hice una maestría, me pasé tres años y medio muy felices y estoy buscando el cuarto ahora porque luego me voy far away from here a cerrar con broche de oro mis vacaciones eternas y regreso recién a fines de enero para comenzar a trabajar en Berlín y ganar muy probablemente más que tú”. Fue una historia cruel de tercermundista que antes iba a comprar gaseosa sin zapatos y se quemaba las patas y ahora extraña la Segelschule del Alster. El problema en Alemania es que es una sociedad que privilegia mucho die Leistung. No se cómo explicarlo, pero uno debe mostrar que logra cosas, sobretodo en el ámbito profesional, que al menos eres selbstständig, sino, me da la impresión que no eres nadie, que no impresionas, y si te sientes así, pues no sales publicándolo, muy normal.


Aquí no existe el “jodido pero contento”.


No me dijo una palabra de que vivía de la seguridad social. Ni me explicó porque no me iba a hacer contrato, lo cual me pareció bastante razonable, ya que si no te llevas bien con la persona simplemente agarras tus chivas y te largas. Después me dijo que le pagara solamente en efectivo y se negó rotundamente a darme su número de cuenta y tampoco quiso darme recibos. Osea que no podía dejar pistas. Y su aviso estaba en una inmobiliaria privada.


Yo Juana.


Me la hicieron. Yo que quería huir del estrés que produce una mala economía, caí en la trampa de ser tu amigo, caí en la trampa de en ti confiar...


Pero la historia va más allá de todos los límites de la dignidad.

El día que me mudé me dijo que iba a trabajar hasta las 3 pm, y que llegara después para poder darme la llave. Pero no trabaja y le avergüenza y yo siento pena. A veces dice que debe estar a tal hora “im Büro”. Yo le llamo el Büro imaginario. La primera semana se levantaba antes que yo todos los días, se vestía y se iba al Büro imaginario. Pero volvía rápido a casa. Lleva una vida extraña, a veces viene su(s) novio(s) a dormir (lo(s) mete bien tarde en la noche y lo(s) saca bien temprano en la mañana), nunca le(s) he visto la cara. Creo que es(son) un(os) chiquillo(s). Desaparece muchas noches, sin plan determinado, llega temprano en la mañana o no llega dos o tres días. No come ordentlich, o mejor dicho, no come. Tuvo un marido alcohólico y por eso lo dejó. Esa historia la reveló ella misma. Osea que tuvo un pasado malo y ahora anda por la vida con un futuro incierto. Me pone triste todo eso. Sobretodo el esfuerzo enorme que debe ser para ella mantener la careta y fingir.


Yo estoy contenta, porque a pesar de que la carrera que elegí no me gusta mucho, tuve la oportunidad de encontrar un pequeño espacio en el que por fin que me siento bien en medio de esa profesión. Me siento triste por ella y por todos los que solo pueden vivir el día. También estoy triste porque pienso que en este mundo sólo la técnica paga. El resto sobrevive bastante mal. Esas son las conclusiones a las que he llegado después de mucho trote.


Después de un tiempo de estar en Alemania confirmé mi verdadera vocación, una que siempre conocí y disfruté pero que en Perú no tiene nombre: Textilgestalterin im Handwerk. Eso en español se diría “artesana tejedora”.


¿da plata eso?


No, no da un carajo.


Así que para hacer algo al respecto, decidí crearme otro blog para exponer mis trabajos con hilos, telas y la combinación que resulta de ellos. Quizá pueda llegar más allá con esta idea. Me parece que puedo desarrollar conceptos de material y forma. Eso no me sucede para nada con los trapos prefabricados que veo en las tiendas. Me fascinan los libros con tejidos históricos y las nuevas técnicas. Ya tengo unos 10 kilos de material, varios trabajos terminados y algunos empezados.


Si al final en la red hay millones de personas tejiendo como locas y publicando todo lo que tejen


¿por qué yo no?


Al final yo también hubiera tenido que alquilar la habitación de mi hijo.

Pero sufro de ambición.