martes, 23 de octubre de 2007

De hambre no muero (segundo capítulo)

El Ají de Gallina es un plato típico peruano, muy rico, que consiste en pechuga de gallina (en tiempos actuales, solo pechuga de pollo) deshilachada y recocinada en una salsa de ají amarillo, pan, leche y otros ingredientes. El plato se sirve necesariamente con papas cocidas, huevo cocido y una aceituna. Ojo: no son dos aceitunas, sino solo una. Si le pones dos, se le va el charme al plato. Además se acompaña con una porción de arroz.

Vamos al punto. Cuando llegué a Alemania me dediqué a hacer un reconocimiento de todo supermercado que se precie de serlo y a probar cada verdura que se parecía con las verduras peruanas. Entonces pude encontrar palta, limón, apio, culantro, cebolla roja, acelga, espinaca, albahaca, brócoli, lechuga orgánica, lentejas, frijoles blancos y rojos, pimiento rojo y verde, pepinos en una variedad más delgada, entre otros ingredientes básicos en mi alimentación. Nunca pude encontrar el famoso ají amarillo componente elemental del Ají de Gallina (y de la Papa a la Huancaína). Entonces indagué en todos los sites sudamericanos y llegué a la conclusión que la bendita hierba no existe por estos lares al natural. Pero una hierba que si encontré, es el Ruibarbo, que no hay por Sudamérica.

La compra del arroz perfecto me condujo al ají amarillo (que en realidad es color naranja). El arroz alemán que compré siempre es de grano grande, largo, de color oscuro medio marrón, y de sabor malo. Por eso decidí comprar el arroz tailandés que venden en las tiendas asiáticas de abarrotes y que tiene un olor maravilloso. Cada vez que se acaba, voy a la tienda de los chinitos de la vuelta (aquí también hay el chino de la esquina). Y ahí encontré el famoso ají amarillo. Es una versión mas pequeña del que todos los peruanos conocemos, pero el sabor y la estructura interna y externa son idénticos!

Entonces el sábado preparé el potaje, y aquí están el culpable y el resultado.


Ustedes sabrán disculpar la falta de elegancia de la foto. A los lectores caídos del cielo, les dejo la receta aquí. Es la que más se parece a la mía.

Para el que quiera leer la primera parte de esta historia iniciada en Perú, puede dirigirse aquí.

Provecho :)

miércoles, 17 de octubre de 2007

Brasil Pandeiro




La vida me pone oportunidades únicas y me lleva por caminos desconocidos, aquellos que jamás pensé recorrer y que me dan satisfacciones indescriptibles. Decidí que mi ansiedad por recorrer el mundo acabó, porque eso es algo que ya hago desde hace mucho tiempo y no me había dado cuenta.

Brasil me recibió en Salvador da Bahia con un calor maravilloso, una playa paradisíaca color esmeralda, agua de coco, botecos por todos lados, 3 millones de negritos y el desorden típico sudamericano. Llegar fue una sensación indescriptible.

Sao Paulo fue caótico, y me hizo recordar al tráfico infernal limeño de las seis de la tarde. Lo encontré muy parecido a mi Lima querida desde el cielo y desde la tierra, con ese movimiento interminable de las capitales, mágico, con vida propia.

Que más. El sur de Brasil en Paraná: Maringá y Londrina son ciudades que llevaré en mi corazón para toda la vida. Ahí esta la vida de la gente común, de la gente cálida y generosa! Tienen toda mi consideración y mi cariño para siempre.

Fueron tres semanas inolvidables, aunque me haya costado seis días de conexiones de trenes y aviones para llegar y para volver. Brasil es una tierra de espíritus, es el gigante del sur como dice Oppenheimer y ya sueño con volver.

Brasil, esquentai vossos pandeiros/iluminai os terreiros que nós queremos sambar...

Até!