domingo, 19 de agosto de 2007

Próxima estación

A veces el rumbo de la vida cambia de un modo que no queda nada más que tener esperanza para mirar al futuro y enfrentarlo. Siempre tuve la impresión que cuando las cosas parecen ponerse bien, y toman forma para sostenerse, cualquier evento fuera de control puede destruir lo avanzado, sólo para dejarte claro, para recordarte, que la lucha continua. Que no es tan fácil como parecía. Que las cosas tuyas y las de los tuyos se mantienen por no bajar la guardia. Y por eso temo siempre.

Eso le pasa a la minha vida y a la de mi país. Me parece que cuando todo empieza a tener sentido, cuando el camino se mira libre para avanzar, suceden imprevistos que te ponen abajo. Es el miedo del que no tuvo las cosas fáciles, y es la desazón que ocupa el corazón cuando en una época aparentemente buena, mucho se pone malo. Es el celo permanente de aquel al que le tocó hacer mas de lo normal para obtener sólo lo necesario. Es el miedo del que mira siempre más allá. Es el miedo del que consigue más de lo que pensó conseguir y teme perder lo logrado.

Así me siento yo, y así siento la vida del Perú, a veces.


viernes, 10 de agosto de 2007

Outdoor Cycling

En Alemania todo el mundo tiene una bici. Entonces como no pude contra el sistema, me uní a él. Ahora tengo una también, y es una Omarad (Oma = abuela, rad = cualquier cosa con 2 ruedas). Pero es mía y la amo.

Felizmente no me costó ni un centavo. Antes de heredarla de otro extranjero, estuve mirando en Internet, en páginas de venta directa de objetos de segunda mano, pero mi condición de estudiante me impide gastar 80 euros en una bici más o menos aceptable. Después muy diligentemente, me fui a la tienda de bicis que está al lado de Conrad a comprarme una cadenita para asegurarla por la calle, y evitar que entre en el mercado negro alemán. La mía es heredada de generación en generación por extranjeros estudiantes en busca de un futuro mejor. Y cuando me vaya, la heredaré también.

Al punto: quisieron cobrarme 18 euros por la famosa cadenita y casi me da un ataque ronchudo. Eso vale más que la misma bici. Así que fui a Conrad, al ladito nomás, y conseguí una que hace la misma función por 5 euros. Soy estudiante otra vez, y un euro es UN EURO.

Después decidí “ajeitar” a mi nueva adquisición e ir a la Uni en ella. Osea me gradué de Deutsche, literalmente. Ahora no solo miro el tiempo que hace todas las mañanas en Internet, para saber si me pongo chaqueta, si me pongo bermuda, o si llevo mi impermeable o mi paraguas. No. Ahora, además de eso, voy en bici. A todos lados. Me toma 25 minutos llegar, y acabo medio destruida, pero llego. Y de paso me mantengo en línea (recta).

Aquí les dejo una fotito de la perla, y no se olviden: “A caballo regalado no se le mira el diente”.

A pedalear se ha dicho.

Tschüss!

miércoles, 8 de agosto de 2007

Sense and sensibility

Hoy me estaba acordando de un hecho que estaba medio olvidado en mi cabeza y que me hizo reír un poco. Se trata de uno de los viajes de mi viejo a Lima, cuando yo era parte de la población económicamente activa. Recuerdo que lo invité a almorzar al Señor Limón en San Isidro, cerca del Centro Empresarial. Es que ese bufete del Señor Limón me pareció siempre genial. Sobretodo los langostinos arrebozados con ajonjolí y una salsa de naranja alucinante. También me gustaba el sitio porque siempre había arroz con pato del que me servía ingentes cantidades (al parecer dicho bicho no es muy común para los paladares capitalinos). Y otra cosa que moría por comer ahí era el ceviche con una crema que llaman parmesana, o algo así, más rico y más barato que en el Segundo Muelle. En fin.

El tema es que terminamos de almorzar y toda la jarana, y salimos del sitio en un taxi. Y fuimos por Conquistadores hasta el Óvalo de Juan de Arona y ahí se suponía que el conductor debía regresar por Camino Real para seguir su camino hacia Surco, mi amado distrito. Pero el problema fue y será siempre que hay un semáforo en ese óvalo y jamás se puede llegar ahí y tener movilidad. El semáforo demora mil años, el tráfico se pone lento, y por eso es uno de los lugares donde trabajan muchos vendedores ambulantes de libros, CD’s y demás artículos de valor menor a S/.5.00, complicando la situación.

Mientras estaba detenido el taxista, apareció por la ventana un discapacitado. El señor no tenía brazos, y se acercó a pedir dinero. El taxista como siempre, dijo que no tenía sencillo, que a la vuelta le “colaboraba”, y esas clase de frases que quizá intentan no dejarte sin esperanza.

Entonces yo hice la pregunta de rigor:

- “ Entonces, si le dan dinero, ¿cómo hace para recibirlo?”
- “ Eres cruel.”